14 sept 2014

La fama con la minoría

Recientemente me asaltó la curiosidad por leer una novela que seguramente a algunos les ha de sonar, ya sea por el título, por su adaptación cinematográfica o porque su nombre se usa de apodo para una selección nacional de fútbol: La naranja mecánica. En la presentación que se hace del autor en una página previa a la novela, se comenta que casi todas las obras de Anthony Burgess se alejan bastante del de su novela más famosa, precisamente La naranja mecánica. Eso me hizo pensar por un largo rato en esos autores que son reconocidos con una sola obra.

En lo personal, cuando me entero que la novela que leo es la única famosa del autor siento algo de curiosidad, al mismo tiempo que, si dicha novela me gustó, me pregunto el por qué alguna otra de sus obras no es igual de conocida. En ocasiones las historias personales de los autores dan parte de la respuesta (quizá el escritor en turno murió joven, o escribió de otros temas); sin embargo, hay otros factores que pueden influir en ello.

Que solo se conozca una novela de cierto escritor a nivel mundial puede ser, en el más extremo de los casos, porque es la única obra que hizo en su vida. Ese es el caso de Cumbres Borrascosas, única publicación en prosa de Emily Brontë, que además en su tiempo tuvo una recepción más bien tibia al salir al público, debido a su estructura y temática. ¿Qué más habría escrito Brontë si su novela hubiera sido más apreciada y además, su salud no la hubiera traicionado? Quién sabe...

En otros casos, el autor pasa desapercibido al inicio de su carrera y de repente, uno o más de sus libros llega al gusto de tantísima gente que pronto empieza a conocerse, a quererse leer todo de él o ella, incluyendo esas primeras obras. Eso pasó con Suzanne Collins y su trilogía Los Juegos del Hambre: la gente no sabría que Collins tuvo algunas obras previas si su triada distópica no se disparara hasta los primeros puestos de la lista de best sellers.

Lo anterior deja ver que no importa sobre lo que se escriba ni el estilo con el cual se haga, al final es el lector quien decide lo que se queda grabado en la historia como una gran obra, un clásico del género quizá. Si alguno de los asiduos visitantes quiere seguir el camino de las letras, que no se desanime si logra publicar su primera obra y nada sucede: puede que esa no sea la que acabe llevándolo a la inmortalidad.

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